¿Cantera o cartera?
El eterno debate sobre las políticas de jugadores de los clubes se han desarrollado entorno al debate de cantera o cartera. En este especial sobre La Masia no existía mejor debate que este
Miguel Cañas Pardo 'Coke'
El eterno debate entre cantera y “cartera” me hace viajar en el tiempo a la época en la que Mourinho, desde el banquillo del Real Madrid, y Guardiola, desde el banco del FC Barcelona, se enzarzaban año tras año en una encarnizada batalla por ganar la por entonces llamada Liga BBVA. Eran dos titanes imparables que, con su ejército formado por sus jugadores de élite, encarnaban dos ideas totalmente distintas de ver el fútbol.
El portugués representaba la viva imagen de la cartera, caracterizada por las estratosféricas cifras que cada año gastaba el club blanco en mejorar la plantilla, caracterizada por su juego directo y sus contragolpes. Por el otro lado, el catalán era el estandarte principal de la cantera, dando oportunidades a jóvenes de la Masía semana tras semana para que aprendieran de las grandes estrellas culés y su juego combinativo y de posesión.
Por aquel entonces en Kapitain éramos todavía niños que se empezaban a interesar por este deporte, pero, aunque uno fuese de la Real Sociedad, otro del Celta y otros ni supiésemos de que equipo éramos aún, ya teníamos un estilo de juego favorito, una filosofía de club que se acercaba más a nosotros. O éramos “Mourinhistas” o “Guardiolistas”, aunque fuera un poquito. E igual que nosotros se encontraba el resto del mundo, era una guerra con dos bandos.
Pero la gente madura, ya no somos unos niños y todo evoluciona. Las experiencias de la vida te enseñan que no todo es blanco o negro, que hay una gran escala de grises entre esos polos opuestos con infinidad de matices por descubrir, que no hay que elegir entre papá o mamá, que ni los buenos son tan buenos, ni los malos son tan malos. Pero volvamos al fútbol, ahí fue el Atlético de Madrid el que nos enseñó que no todo era Real Madrid y Barcelona, y es ahora el mercado el que nos enseña que no hay dos bandos independientes, que cartera y cantera pueden complementarse.
El sistema de canteras es necesario para el fútbol, los jóvenes deben adquirir formación y experiencia antes de afrontar una carrera profesional, pero las canteras ya no son lo que eran hace unos años, donde en la cantera entraban los chavales de la zona y algún que otro talento que viajaba para entrenar con el equipo en otra ciudad –véase con Iniesta y el FC Barcelona-. Ahora las canteras de los grandes equipos se plagan de jugadores por los que se pagan grandes cantidades para que dejen su país y, desde casi preadolescentes, inicien su carrera futbolística en otro lugar.
No es extraño oír hablar de que el Barcelona ha fichado a una futura promesa de 10 años por 5 millones, o de que el Real Madrid trae a un koreano de 14 años para que juegue en el equipo “C”. Los casos más recientes e icónicos son los de Odegaard y Vinicius. EL primero porque fue una gran decepción y ahora se encuentra en la liga holandesa, el segundo porque costó 45 millones de Euros –aunque se especula que fueron 60- y fue relegado al Real Madrid Castilla durante unas jornadas.
Entonces… ¿Se podría diferenciar hoy en día entre cartera y cantera? A nivel de grandes clubes no, ya que las canteras de primer nivel se forman también a golpe de talonario. El sistema clásico de canteras queda reducido a los clubes humildes que no pueden llegar a ese nivel “top”, y, la verdad, los clubes grandes deberían tenerles envidia, porque ahí está lo bonito del fútbol.
El portugués representaba la viva imagen de la cartera, caracterizada por las estratosféricas cifras que cada año gastaba el club blanco en mejorar la plantilla, caracterizada por su juego directo y sus contragolpes. Por el otro lado, el catalán era el estandarte principal de la cantera, dando oportunidades a jóvenes de la Masía semana tras semana para que aprendieran de las grandes estrellas culés y su juego combinativo y de posesión.
Por aquel entonces en Kapitain éramos todavía niños que se empezaban a interesar por este deporte, pero, aunque uno fuese de la Real Sociedad, otro del Celta y otros ni supiésemos de que equipo éramos aún, ya teníamos un estilo de juego favorito, una filosofía de club que se acercaba más a nosotros. O éramos “Mourinhistas” o “Guardiolistas”, aunque fuera un poquito. E igual que nosotros se encontraba el resto del mundo, era una guerra con dos bandos.
Pero la gente madura, ya no somos unos niños y todo evoluciona. Las experiencias de la vida te enseñan que no todo es blanco o negro, que hay una gran escala de grises entre esos polos opuestos con infinidad de matices por descubrir, que no hay que elegir entre papá o mamá, que ni los buenos son tan buenos, ni los malos son tan malos. Pero volvamos al fútbol, ahí fue el Atlético de Madrid el que nos enseñó que no todo era Real Madrid y Barcelona, y es ahora el mercado el que nos enseña que no hay dos bandos independientes, que cartera y cantera pueden complementarse.
El sistema de canteras es necesario para el fútbol, los jóvenes deben adquirir formación y experiencia antes de afrontar una carrera profesional, pero las canteras ya no son lo que eran hace unos años, donde en la cantera entraban los chavales de la zona y algún que otro talento que viajaba para entrenar con el equipo en otra ciudad –véase con Iniesta y el FC Barcelona-. Ahora las canteras de los grandes equipos se plagan de jugadores por los que se pagan grandes cantidades para que dejen su país y, desde casi preadolescentes, inicien su carrera futbolística en otro lugar.
No es extraño oír hablar de que el Barcelona ha fichado a una futura promesa de 10 años por 5 millones, o de que el Real Madrid trae a un koreano de 14 años para que juegue en el equipo “C”. Los casos más recientes e icónicos son los de Odegaard y Vinicius. EL primero porque fue una gran decepción y ahora se encuentra en la liga holandesa, el segundo porque costó 45 millones de Euros –aunque se especula que fueron 60- y fue relegado al Real Madrid Castilla durante unas jornadas.
Entonces… ¿Se podría diferenciar hoy en día entre cartera y cantera? A nivel de grandes clubes no, ya que las canteras de primer nivel se forman también a golpe de talonario. El sistema clásico de canteras queda reducido a los clubes humildes que no pueden llegar a ese nivel “top”, y, la verdad, los clubes grandes deberían tenerles envidia, porque ahí está lo bonito del fútbol.
En la era de los traspasos multimillonarios, del mercado inflado, de los ciento veinte millones Pogba y los doscientos veintidós de Neymar. En esa era en la que realizar grandes desembolsos en cada mercado de fichajes parece un imperativo legal. En la era de los representantes magnates y las operaciones en la sombra. En esa era vuelve a surgir una pregunta: ¿cantera o cartera? ¿Es más rentable a nivel rendimiento una inversión multimillonaria o apostar por una escuela sólida de jóvenes talentos?
Al plantearse este debate el modelo idealizado salta como un resorte: el Barça de Guardiola. Aquel equipo que marcó una época, el del sextete y el éxito: pero también un equipo fundamentado sobre los cimientos de La Masía. Con el propio Pep Guardiola curtido como jugador y entrenador en Can Barça y con estrellas tales como Xavi, Iniesta, Messi, Víctor Valdés, Carles Puyol, o los incipientes Sergio Busquets, Pedrito o Bojan. Una hornada de futbolistas inigualables que alcanzaron lo más alto llevando por bandera el ADN Barça.
Pero ¿podemos universalizar este fenómeno? ¿Hacer una apuesta purista por la cantera es garantía de éxito? Es evidente que no. Un ejemplo claro nos lo da el Athletic de Bilbao, un equipo que sólo se nutre de jugadores vascos procedentes principalmente de su escuela en Lezama y clubes satélites. Y esta es una apuesta arriesgada pues según la época sale una hornada de jugadores brillantes u otros que simplemente no dan la talla; lo cual tiene una repercusión más que directa sobre el rendimiento del equipo. Poco tienen que ver los Javi Martínez, Fernando Llorente, Susaeta y compañía con las hornadas de futbolistas de los últimos cinco años que salvo contadas excepciones no están siendo capaces de llevar a Los Leones a los puestos más altos del campeonato de Liga.
Por el contrario, el modelo que defenderé será el del Villarreal. El equipo castellonense es uno de los clubes que más fuerte apuestan por su cantera; con dos ciudades deportivas, una escuela de alto rendimiento y una continuidad de esta apuesta que es extensible al primer equipo donde los canteranos tienen un peso importante. Y a pesar de que jugadores cien por cien groguets están llegando a la élite (Aleix García, Pau Torres, Manu Morlanes o por supuesto Bruno Soriano); la entidad de Fernando Roig es consciente que el rendimiento de la cantera no es constante y es por ello que en los últimos años está haciendo una apuesta por firmar jugadores en el tramo final de su formación procedentes de otros equipos, jugadores que con 16-17 años llegan a Vila-Real como último salto hacia la élite. De esta forma se puede asegurar tener en el primer equipo a jugadores de nivel que hayan pasado por la cantera.
Así vemos el caso de tres de los capitanes del Submarino que corresponden con este modelo: Mario Gaspar (formado en el Albacete), Manu Trigueros (formado en el Real Murcia) o Jaume Costa (formado en el Valencia). A los que podemos sumar a Mateo Musacchio (procedente de River Plate) o Rodri Hernández que creció en el Atlético de Madrid. Con esto podemos concluir que la apuesta ha de ser la cantera, pero es preferible hacer una pequeña inversión en cantera antes que hacer grandes desembolsos a posteriori.
Al plantearse este debate el modelo idealizado salta como un resorte: el Barça de Guardiola. Aquel equipo que marcó una época, el del sextete y el éxito: pero también un equipo fundamentado sobre los cimientos de La Masía. Con el propio Pep Guardiola curtido como jugador y entrenador en Can Barça y con estrellas tales como Xavi, Iniesta, Messi, Víctor Valdés, Carles Puyol, o los incipientes Sergio Busquets, Pedrito o Bojan. Una hornada de futbolistas inigualables que alcanzaron lo más alto llevando por bandera el ADN Barça.
Pero ¿podemos universalizar este fenómeno? ¿Hacer una apuesta purista por la cantera es garantía de éxito? Es evidente que no. Un ejemplo claro nos lo da el Athletic de Bilbao, un equipo que sólo se nutre de jugadores vascos procedentes principalmente de su escuela en Lezama y clubes satélites. Y esta es una apuesta arriesgada pues según la época sale una hornada de jugadores brillantes u otros que simplemente no dan la talla; lo cual tiene una repercusión más que directa sobre el rendimiento del equipo. Poco tienen que ver los Javi Martínez, Fernando Llorente, Susaeta y compañía con las hornadas de futbolistas de los últimos cinco años que salvo contadas excepciones no están siendo capaces de llevar a Los Leones a los puestos más altos del campeonato de Liga.
Por el contrario, el modelo que defenderé será el del Villarreal. El equipo castellonense es uno de los clubes que más fuerte apuestan por su cantera; con dos ciudades deportivas, una escuela de alto rendimiento y una continuidad de esta apuesta que es extensible al primer equipo donde los canteranos tienen un peso importante. Y a pesar de que jugadores cien por cien groguets están llegando a la élite (Aleix García, Pau Torres, Manu Morlanes o por supuesto Bruno Soriano); la entidad de Fernando Roig es consciente que el rendimiento de la cantera no es constante y es por ello que en los últimos años está haciendo una apuesta por firmar jugadores en el tramo final de su formación procedentes de otros equipos, jugadores que con 16-17 años llegan a Vila-Real como último salto hacia la élite. De esta forma se puede asegurar tener en el primer equipo a jugadores de nivel que hayan pasado por la cantera.
Así vemos el caso de tres de los capitanes del Submarino que corresponden con este modelo: Mario Gaspar (formado en el Albacete), Manu Trigueros (formado en el Real Murcia) o Jaume Costa (formado en el Valencia). A los que podemos sumar a Mateo Musacchio (procedente de River Plate) o Rodri Hernández que creció en el Atlético de Madrid. Con esto podemos concluir que la apuesta ha de ser la cantera, pero es preferible hacer una pequeña inversión en cantera antes que hacer grandes desembolsos a posteriori.