Desde las raíces silenciosas al cielo
La consecución de la Copa de la Reina en plena eclosión mediática del fútbol femenino ha puesto en el foco público al equipo femenino de la Real Sociedad. Un proyecto que nació y se ha forjando tanto a la sombra de las alegrías, fracasos y problemas extradeportivos de sus homólogos masculinos como a la par del viaje económico-cultural por el que transcurría la sociedad. Sin embargo, han sido ellas las que más de tres décadas después han devuelto a lo más alto al club donostiarra
Olatz Zubia Zeberio
Dieron sus primeros pasos en un todavía cercano 2004, en una época en la que el contexto del fútbol femenino difería sustancialmente del escenario actual. Por aquel entonces, la máxima categoría respondía al nombre de Superliga y la disputaban catorce equipos. En ella, las leonas del Athletic de Bilbao rugían con fuerza y se alzarían a final de ese curso (04/05) con su tercer cetro consecutivo ante unas rivales entre las que destacaban Levante, RCD Espanyol o Rayo Vallecano entre otras y donde todavía no figuraban como aspirantes reales escuadras como Atlético de Madrid o FC Barcelona. En lo federativo, las licencias femeninas representaban una centésima parte de lo que hoy lo hacen y su repercusión era local. En lo cultural, su creación suponía un impulso para dicho deporte en un territorio que fue precursor de la incorporación de la mujer.
En el espejo de la Real Sociedad se encontraban S.D Eibar, Añorga K.K.E, Oiartzun K.E o Intxaurdi K.E. Mujeres pioneras en este campo. Aquellas que como las armeras tuvieron que desafiar a la legalidad y a las prohibiciones de los gobernantes, impuestas por el mero hecho de ser mujer en los setenta. Aquellas como las del Intxaurdi que vieron como desde su fundación a mediados de los ochenta hasta que se produjo su salto a la competición transcurrieron ocho años debido a un número de jugadoras insuficientes, pero también son aquellas que como Oiartzun y Añorga se coronaron campeonas de Liga y de Copa.
Con ellas como ejemplo arrancaron su aventura diecinueve jugadoras - entre las que se encontraban Aintzane Encinas, Ainhoa Mateos, Gurutze del Ama o Leire landa - e Iñigo Domínguez como técnico. La sección empezó a escribir en silencio su camino. Su primer paso, la Liga Vasca.
Y mientras su bautismo se producía, la parroquia txuri-urdin aún veneraba el recuerdo de una plantilla única, lamentaba el campeonato perdido en la campaña 2002-2003, sonreía retrayéndose en las imágenes de la posterior Liga de Campeones y se preguntaba qué futuro les aguardaba tras la marcha de Xabi Alonso. Todo ello relegaba la creación de la sección femenina a un papel y reconocimiento residual entre sus aficionados.
Sin embargo, ellas prosiguieron con sus propósitos ajenas a dichos pensamientos y firmaron un bienio redondo de ascensos.
LA LUZ DENTRO DE LA GRAN DEPRESIÓN
De este modo, el primer lustro del Siglo XXI se convirtió en una especie de Felices Años 20 donde deportivamente corrían tiempos de bonanza para ambos géneros. Sin embargo, los primeros síntomas de decadencia ya eran latentes en 2006 y se hicieron patentes en 2007 cuando el club donostiarra vivió su particular Jueves Negro un 17 de junio de 2007. El equipo masculino perdía la categoría tras cuatro décadas en la élite. Un curso después y como si del Lunes Negro se tratase, el equipo que acabó la temporada bajo las órdenes de Juanma Lillo - previo paso de Coleman y Eizmendi - certificaba su continuidad en el infierno de Segunda rompiendo así y aún más con los esquemas económicos. Días después (finiquitando la analogía), el Martes Negro era un hecho. Esta vez, los números rojos no se hallaban en Wall Street sino en las oficinas de Anoeta que veían como sus cuentas fallaban coetáneamente a lo que lo hacía Lehman Brothers y paralelamente a que en España se pasase de hablar de una desaceleración económica para aceptar la realidad: había explotado la crisis económica y, en la Real Sociedad en particular, el concurso de acreedores era un hecho.
Y mientras en Anoeta los ánimos fluctuaban entre la crispación y la tristeza, en Zubieta las mujeres representaban la estabilidad y la resiliencia. En ese castillo de papel a punto del derrumbe, ellas conseguían en la 2005-2006 el ascenso a la Superliga. Lo hacían con un resquemor agridulce al lograrlo en los despachos debido a los problemas económicos que acuciaban al CFF Estudiantes. Pero tenían su oportunidad y no la iban a desaprovechar.
Lo hacían con un proyecto que continuaban liderando Landa y Encinas en el césped y Domínguez desde el banquillo. Un conjunto que esperaba realizar su debut un 10 de septiembre de 2006 en Zubieta y destino o casualidad sucedió contra el Atlético de Madrid. Una plantilla que en su primer año en la cúspide - a diferencia de lo que sucedía paralelamente en clave XY - salvaban la categoría en novena posición y con 11 puntos de margen sobre el SD Lagunak. Hito poco visibilizado y por ende poco festejado por la parroquia. En parte también "culpa" de la caída a los infiernos del conjunto masculino y de la propia entidad. Independientemente a todo ello, ellas seguían siendo de Primera. Y lo siguieron siendo durante los tres años que duró la penitencia de sus compañeros en Segunda antes de regresar a Primera en 2010.
El GRITO DE LA LUCHA OBRERA
Guipúzcoa estaba de fiesta, Lasarte y los suyos regresaban a Primera y con ello parecía que la crisis y la Gran Depresión eran ya un mal sueño del pasado. Con jolgorio se esperaba el curso de 2010-2011 y la sección masculina respondió con un buen undécimo lugar en la tabla. Pero una vez más, las féminas volvían a elevar su voz para poner en alza su trabajo. Lo hacían reivindicándose tanto en lo social como en lo deportivo dando importantes avances.
En noviembre de 2010 la sección firmaba un contrato de patrocinio exclusivo de la camiseta. Por primera vez - en contexto blanquiazul - una marca apostaba por el fútbol femenino de forma independiente al resto de secciones de la entidad. Un hecho para nada baladí - en un momento en el que las inversiones se median al milímetro y las apuestas arriesgadas no eran una opción - que se entendía como el primer indicio del creciente interés por las mujeres de Zubieta. Algo estaba definitivamente cambiando y los intereses económico-publicitarios se sumaban como un elemento más en el actual tablero de juego balompédico.
Y mientras eso ocurría en las oficinas, en el terreno de juego el equipo llegó a final de temporada con la mente puesta en la Copa de la Reina después de cuajar un buen resultado en Liga - especialmente en la Primera Fase. Fue en la competición del K.O. donde el conjunto en el cual figuraban nombres como el de Irene Paredes, Itziar Gastearena, Maialen Zelaia o Sandra Ramajo - decidió dar el golpe encima de la mesa. Derrotaron a Valencia CF Femenino y CE Sant Gabriel para plantarse por aquel entonces por primera vez en semifinales. El rival, el FC Barcelona Femení que no sería la última vez que se cruzase en el camino realista. Y tampoco la única ocasión que les apearía de su sueño. No pudo ser, pero una nueva ronda había sido tachada. Delante aguardaba otro reto, el nuevo formato liguero con 16 contendientes al título.
Y el trabajo dio sus frutos cuando meses después las jugadoras de la Real Sociedad vieron como lograban sus primeros derechos laborales. En enero de 2012 el club garantizaba a la plantilla los primeros contratos laborales y en los prolegómenos de la campaña 2012-2013 firmaron sus primeras fichas profesionales. En la actualidad, siete años después, las futbolistas luchan por sacar adelante el convenio colectivo y dar un paso más que les acerque a la equiparación de derechos respecto a los hombres.
TIEMPOS DE CAMBIO
El tiempo discurrió y mientras en Anoeta se despedía el "Petit Prince" y la afición de una etapa, en Zubieta pocos meses antes la vieja guardia daba la bienvenida y arrullaba a una potrilla que estaba destinada a ser la referente de la próxima generación: Nahikari García. Corría enero de 2014. Una década después de su creación la sección femenina emprendía un proceso de transición y cambios. La consolidación entre las mejores era un hecho, era tiempo de dar un salto de calidad. A la incorporación de Nahikari la Real sumó en verano la de Mariasun Quiñones bajo los tres palos.
Y en un deporte en plena revolución, la Real apostó también por la evolución. Sin perder de vista Guipúzcoa, el club expandió sus fronteras y en la antesala del arranque de la campaña 2014-2015 realizó el primer fichaje de una jugadora no euskalduna (en la 2017-2018 llegaría la primera no española). La elegida: Cristina "Chini" Pizarro. Un nombre trascendental en el devenir futuro. Con ella, las txuri-urdines incorporaban - más allá de lo puramente técnico - a una futbolista que había formado parte del caldo de cultivo de dos equipos a la postre campeones: Atlético de Madrid y un Rayo Vallecano con el que conquistó la competición doméstica. Con ella, llegaba la experiencia en la construcción y pertenencia en un ulterior proyecto ganador. Un año después, la sección firmaba su mejor clasificación en Primera hasta la fecha con 53 puntos y la quinta posición en la tabla.
Pero toda transición tiene su punto y final y éste llegó en junio de 2017 con el doble adiós al fútbol profesional de Aintzane Encinas y Maialen Zelaia. El vestuario txuri-urdin perdía a la última integrante de la plantilla original. Encinas - cuya figura podría asemejarse a una "madre de la constitución" realtzale - colgaba las botas tras más de 300 encuentros con la elástica blanquiazul. Se despedía siendo consciente de que dejaba un proyecto armado que aunaba veteranía con jugadoras como Ramajo y savia nueva. Pues, a las altas mencionadas anteriormente, ya se habían agregado piezas clave como Leire Baños, Paola Soldevilla, Ane Etxezarreta o Nerea Eizagirre.
PUERTAS ABIERTAS
Ambas vieron ya fuera de los terrenos de juego como, un curso después y tras superar un inicio desastroso que provocó la destitución prematura del recién incorporado Juanjo Arregi y la llegada de Gonzalo Arconada, las txuri-urdin derribaban nuevos muros. Las puertas de Anoeta se abrieron para ellas un 13 de mayo de 2018. El rival, el Athletic de Bilbao. No podía ser de otra manera. Más allá de un resultado deportivo que se decantó del lado visitante, aquella tarde el conjunto femenino escribía una nueva línea en su historia. Saltaban de Zubieta al estadio en mayúsculas y lo hacían teniendo como compañeras de viaje a su eterno rival, a la escuadra que reinaba cuando nacieron y también a un equipo cómplice en la causa del fútbol femenino. Ahora, tiempo después, compartían la primera vez de Anoeta. Pero aquella jornada tenía reservada una última protagonista, un último honor guardado para "Chini": ser la primera futbolista mujer de la Real Sociedad en marcar en dicha cancha. Su nombre volvía a quedar grabado para siempre.
EL PRELUDIO
Así pues, después de una temporada en la cual la escuadra guipuzcoana demostró su capacidad de reacción y de redireccionar el proyecto, el curso 2018-2019 se presentaba optimista en la Bahía de la Concha. Por un lado, la sección crecía con la creación del filial. Por otro, la participación blanquiazul en la Gipuzkoa Elite Women Football Cup actuó como si de un presagio se tratase. La Real Sociedad firmó una seria actuación con derrota por la mínima y victoria ante dos escuadras presentes en la última edición de la Liga de Campeones: París Saint Germain Feminines y Fortuna Hjorring respectivamente. Dos choques en los que se vieron los primeros destellos santo y seña que marcaría a posteriori el estilo donostiarra. Una sólida faceta defensiva y una faceta ofensiva vistosa a la par que eléctrica que discurrió entre contragolpes, ataques profundos y abiertos con las carrilleras y extremas como protagonistas y tiros lejanos. La fórmula parecía estar creada sólo quedaba superar el ensayo y error.
Y la ingeniería física y táctica de Zubieta fue encuentro a encuentro y resultado a resultado refutando su método.
DISRUPCIÓN PÚBLICA
Su buen hacer (nuevamente), sumado a ese fútbol masculino español en el que con pequeñas excepciones ha vivido y vive en una dictadura marcada por el turnismo entre FC Barcelona y Real Madrid, horarios subyugados a los dictámenes contractuales o cuestionados repartos de derechos causantes de indignación, letargo y desidia... Unido particularmente al hartazgo ocasionado por una nueva temporada irregular y desalentadora del equipo masculino hicieron que las de mujeres de la Real Sociedad merecidamente se erigiesen análogamente como un fuerza de cambio y disrupción en la parroquia donostiarra.
En febrero, con la Copa como gancho y Anoeta como reclamo se les brindaba la oportunidad de ensanchar su base. La de sus seguidores, la de sus fieles. Primero en Liga, ante el Athletic Club y segundo en la semifinal de Copa ante el Sevilla FC donde buscaban lo hasta ese momento inalcanzable. La gente respondió masivamente pero ellas lo devolvieron con creces al clasificarse para la final. La comunión entre equipo y parroquia tenía himnos, cánticos blanquazules y símbolo y rezaba lo siguiente. "Eta nik...txoria nuen maite. Eta nik...txoria nuen maite."
La asistencia en Zubieta incrementó. Su actualidad comenzaba por primera vez a ser tema de debate en las tertulias del día a día. También los posibles movimientos del mercado y con ellos la incertidumbre por jugadoras que en los últimos tiempos empezaban a ser reconocidas y queridas por el gran público. Y en el horizonte, la final en la ciudad de la Alhambra.
11 MAYO. HISTORIA
No les dejaron solas aquel 11 de mayo. Camisetas, bufandas, todo listo para poner rumbo a Granada. En familia o en cuadrilla. En el estadio, en la plaza de la "Trini", reunidos frente a un televisor en bares, sociedades o en casas. En Guipúzcoa, Euskadi o cualquier otro punto de la geografía. Por ellas. Habían logrado lo más difícil e importante: convencer a aquellos que en 2004 les recibieron en silencio. Esos que ahora se dejaban la voz animándolas. Solo les quedaba por delante 90 minutos de sufrimiento compartido y buscar la gloria.
Esther hizo contener la respiración, Kiana reforzó la fe, Nahikari desató el delirio y las paradas de Mariasun llevaron al éxtasis colectivo. Y sonó el pitido final. La Copa de la Reina tenía dueñas y nombre y era el de la Bella Easo. Las pupilas de Gonzalo Arconada acababan de emular aquello que hacía casi tres décadas lograron las mujeres del Añorga. Aquellas que junto a otras cimentaron las raíces del balompié femenino en Gipuzkoa. Y, con esos clubes como base en la etapa formativa de muchas de las antiguas y actuales jugadoras del conjunto txuri-urdin y con las foráneas que han hecho de Donosti su casa y del realtzale su escudo, la Real Sociedad creció, transitó y viajó en apenas una década y un lustro desde sus raíces hasta alcanzar el cielo terrenal.
E hicieron historia. Y consentidme esta licencia, ellas nos permitieron a más de una generación vivir la historia por primera vez en tiempo presente. Ellas serán para siempre nuestro primer título, nuestra primera Copa. La de 2019, la de Granada, la de la remontada ante el Atlético de Madrid. La de ellas... Y la nuestra. La nuestra, pero y por encima de todo, la de ellas. No lo olviden, no las olviden. Nos esperan de nuevo en septiembre.