El día de William Wallace
Eran los tiempos de la televisión en blanco y negro, pero, a pesar de la ausencia de color en las pequeñas pantallas, los colores se llevaban en el corazón, en el sentimiento y en el trasfondo histórico, político y social de aquel 15 de abril de 1967 que todo escocés no olvidará. Wallace estaría orgulloso
En tiempos medievales de reyes y reinados, un 11 de septiembre de 1297, un soldado escocés llamado William Wallace, luchando por la libertad de Escocia, arrasó por completo al ejército inglés en la Batalla del Puente de Stirling. Wallace lideró y llevó a todo un ejército al campo de batalla contra la ocupación inglesa del rey Eduardo I de Inglaterra. A pesar de la victoria, Wallace no consiguió detener la ocupación inglesa pero ganó la batalla decisiva, la que le otorgó orgullo, respeto y honra. Batalla por la cual hizo historia.
670 años después de aquel hito bélico en la Batalla del Puente de Stirling, Escocia volvió a hacer historia, pero esta vez en otro campo de batalla, en el Estadio de Wembley. Era un partido de la fase de grupos del Campeonato Europeo de 1967; sí, el de Italia. El Tartan Army («Ejército de Tartán»; “Tartán” remite a la raza canina Terrier típica de Escocia) viajó a Londres para medirse contra la campeona del mundo de 1966, la gran Inglaterra. A pesar de no ser los favoritos, el conjunto escocés volvió a las lejanas tierras del norte de Reino Unido con un 2-3 por victoria y una fecha sellada a cal y canto en la historia del fútbol.
El equipo de Escocia que viajó al campo de Wembley ese 15 de abril, venía cargado con una artillería pesada de suma calidad. Al mando del equipo se estrenaba Bobby Brown como nuevo seleccionador. El encuentro europeo contra Inglaterra fue el de su debut. Un debut con sabor a miel. Brown incluyó en las filas del conjunto escocés a cuatro jugadores que ganaron las medallas de la Copa de Europa en Lisboa un mes más tarde; Ronnie Simpson (Celtic); Tommy Gemmell (Celtic), Bobby Lennox (Celtic) y William Wallace (Celtic). Además de tres jugadores que entran en el mejor 11 escocés de todos los tiempos; Jim Baxter (Sunderland), Billy Bremner (Leeds) y Denis Law (Manchester Utd).
A pesar de la calidad dentro de los rangos de Escocia, nadie hubiera apostado por ellos para dar con el partido, ya que el contrincante era prácticamente el mismo 11 inglés que ganó la Copa del Mundo solo nueve meses antes y que, además, permanecía invicto desde el gran triunfo mundial (19 partidos).
La competición avanzó. Escocia no alcanzó la clasificación de la fase de grupos del Campeonato Europeo de 1967, pero su victoria en Wembley supuso la primera derrota de Inglaterra tras ser coronada campeona del mundo en 1966. Todo un hito; historia. Entre gritos de euforia, lágrimas de emoción, aplausos y abrazos, toda una afición se lanzó al campo desde las gradas para celebrar con su equipo el icónico 2-3; la histórica victoria. El triunfo por el que William Wallace estaría orgulloso. Tal fue la euforia que la afición escocesa recibió a su equipo como los Unofficial World Champions («campeones del mundo no oficiales»).
En esta celebración, el fotógrafo Larry Ellis, captó esa emoción y ese sentimiento y lo inmortalizó para la posteridad con una fotografía que derrocha nostalgia, orgullo y el recuerdo de un joven Denis Law siendo abrazado por un aficionado escocés; el recuerdo de un fútbol que se fue.
Las tensiones políticas entre Inglaterra y Escocia, en un contexto de nacionalismos, han hecho de sus Selecciones máximas rivales. Por ello, en cada partido, no solo está en juego la victoria futbolística sino que también está presente la que tiene connotaciones afectivas que remiten a lo extra-futbolístico, es decir, a lo político y social, a aquello por lo que luchó y dio su vida William Wallace.
El podio de aquel Campeonato Europeo de 1967 fue ocupado por Italia, Yugoslavia e Inglaterra, en ese orden. Escocia no llegó muy lejos tras ese 15 de abril de 1967, pero, victoriosa y orgullosa, clavó su espada en el césped de Wembley tal y como hizo Wallace en el campo de batalla.