Escalera real
Shark Gutiérrez
La popularización del póker ha llevado, a muchos aficionados al deporte, considerar que uno de los más famosos y más diversos juegos que mezclan cartas, azar y estrategia, sea una manera más elegante (a la par que perjudiciales) de perder (o ganar) dinero. La riqueza, en estos casos, es el arma de doble filo que condena y glorifica a perdedores y ganadores respectivamente.
Una de esas maneras de ganar, jugando al póker, es tener una gran mano. La mejor de ellas es la escalera real (cinco cartas consecutivas del mismo palo) que se considera, en las partidas más tradicionales, una mano imbatible. No es la única forma de usar esa denominación, también se puede emplear para el balompié. Explica, de hecho, con lo que ha contado el Eintracht Frankfurt esta temporada: sin duda, una de las más altas manos que se pueden tener jugando al Póker: una escalera real donde el As, rey, reina, jota y diez en la misma mano.
El AS es la carta de más alto valor y, por tanto, la carta más valorada dentro de cualquier baraja. En el Eintracht Frankfurt, el as sería Luka Jovic. La eclosión del delantero balcánico es un hecho innegable, en una de las mejores temporadas del Eintracht en mucho, mucho tiempo. Su destreza en el área grande es solo superada por su inteligencia en los movimientos para habilitar a otros, o habilitarse él mismo, como uno de los más acertados delanteros de la actualidad: donde pone el ojo, pone el gol. De cabeza, al primer toque, en jugada personal, tras una finta, tras una combinación, o un desmarque de ruptura corto, Jovic suele solventar con contundencia las ocasiones que tiene a lo largo del partido. Es la cara más visible del Eintracht Frankfurt esta temporada, semifinalista y peleando por entrar en Champions League hasta la última jornada.
El rey bien podría ser Sebastian Haller. El galo se perdió prácticamente los dos meses más decisivos de la competición, pero ha contribuido decisivamente en el funcionamiento del quinteto atacante de Adolf Hütter. Enfocado hacia el gol en su primera temporada, la marcha de Prince Boateng ha permitido, a Hütter, adaptar al galo a un rol mucho más determinante fuera del área: ser la referencia en el paso de defensa ataque y con capacidad de saltarse líneas de pressing rival. Haller ha aprendido y desarrollado un cuerpeo exquisito, además de jugar con una visión sumamente periférica. Ya que muchas recepciones son pases orientados hacia uno de sus compañeros, lo que permite enlazar con Jovic, Rebic, Kostic y Da Costa la mayor parte del tiempo. Aparte de solventar con la misma eficiencia (o más) que la que tiene Jovic en el área grande. Algunos discuten que el francés sea el AS, porque lo cierto es que el Eintracht cambia de patrón o modifica su forma de jugar en torno a él.
Una de esas maneras de ganar, jugando al póker, es tener una gran mano. La mejor de ellas es la escalera real (cinco cartas consecutivas del mismo palo) que se considera, en las partidas más tradicionales, una mano imbatible. No es la única forma de usar esa denominación, también se puede emplear para el balompié. Explica, de hecho, con lo que ha contado el Eintracht Frankfurt esta temporada: sin duda, una de las más altas manos que se pueden tener jugando al Póker: una escalera real donde el As, rey, reina, jota y diez en la misma mano.
El AS es la carta de más alto valor y, por tanto, la carta más valorada dentro de cualquier baraja. En el Eintracht Frankfurt, el as sería Luka Jovic. La eclosión del delantero balcánico es un hecho innegable, en una de las mejores temporadas del Eintracht en mucho, mucho tiempo. Su destreza en el área grande es solo superada por su inteligencia en los movimientos para habilitar a otros, o habilitarse él mismo, como uno de los más acertados delanteros de la actualidad: donde pone el ojo, pone el gol. De cabeza, al primer toque, en jugada personal, tras una finta, tras una combinación, o un desmarque de ruptura corto, Jovic suele solventar con contundencia las ocasiones que tiene a lo largo del partido. Es la cara más visible del Eintracht Frankfurt esta temporada, semifinalista y peleando por entrar en Champions League hasta la última jornada.
El rey bien podría ser Sebastian Haller. El galo se perdió prácticamente los dos meses más decisivos de la competición, pero ha contribuido decisivamente en el funcionamiento del quinteto atacante de Adolf Hütter. Enfocado hacia el gol en su primera temporada, la marcha de Prince Boateng ha permitido, a Hütter, adaptar al galo a un rol mucho más determinante fuera del área: ser la referencia en el paso de defensa ataque y con capacidad de saltarse líneas de pressing rival. Haller ha aprendido y desarrollado un cuerpeo exquisito, además de jugar con una visión sumamente periférica. Ya que muchas recepciones son pases orientados hacia uno de sus compañeros, lo que permite enlazar con Jovic, Rebic, Kostic y Da Costa la mayor parte del tiempo. Aparte de solventar con la misma eficiencia (o más) que la que tiene Jovic en el área grande. Algunos discuten que el francés sea el AS, porque lo cierto es que el Eintracht cambia de patrón o modifica su forma de jugar en torno a él.
La reina, en este caso, se llama Ante Rebic. Es un delantero muy heterodoxo en prácticamente todos los aspectos. Sus cambios de ritmos, desmarques al espacio profundo o más largo, su capacidad de despliegue, capacidad de quite para montar transiciones rapidísimas, le hace ser un elemento complementario a Jovic y al resto de sus compañeros. Una segunda opción para cuando el Eintracht tenga que salir en largo y busque más el espacio que la referencia intermedia. Dentro del área no es el más resolutivo, ni es el más técnico, pero suele resolver bien situaciones de peligro.
La jota es Antonio Da Costa. De origen Portugal, pero desarrollo en la cantera del Bayer Leverkusen, el carrilero ha encontrado su sitio jugando unos metros más adelantados de lo que su enseñanza le dictó. También por esa capacidad, casi antinatural, de acumular kilómetros de manera constante, arriba y abajo, llegando a casi todos lados con suficiencia, para acompañar y ser participe en todas las jugadas del equipo. Como carillero es más de los que llegan, pisa área, centra atrás y/ define en función de la situación ventajosa. Ayuda a crear desequilibrios en ataques posicionales y en transiciones suele acompañar al tridente ofensivo.
El 10, como su número bien indica, es Filip Kostic. Es el tercer equipo en Alemania para un futbolista que ya prometía, en su día, ser un espectáculo en la Eredivisie. Stuttgart y Hamburgo encontraron en él una figura muy circunstancial y que no le permitió eser el héroe que estos equipos necesitaban, dadas sus circunstancias. La cesión por dos años al Eintracht Frankfurt le está sirviendo, de momento, para ponerle en el candelero de la selección nacional (fue mundialista) y un elemento de desequilibrio en la banda izquierda del Commerzbank Arena. Como carrilero zurdo, Kostic ha aprendido a defender algo mejor, a volver cuando se le necesita…pero lo que ha conseguido, en mayor medida, es ser lo que se esperaba cuando el Stuttgart le fichó: un jugador desequilibrante. Sus cambios de ritmo, pelota al pie, finta, regate, golpeo le han permitido ser uno, no solo ganarse un sitio en el once, sino también referenciar una forma de jugar en las “águilas” de Frankfurt. Su temporada no puede ser más estimulante en sensaciones y muy buenas, en lo cuantitativo.
Esta mano ganadora ha servido, al Eintracht, ser un equipo digno de ser visto por su verticalidad, control del tiempo, de los espacios y de una creatividad distinta, así como una forma distinta a muchos equipos alemanes, de llegar al gol. Solo se quedó fuera porque un par de penaltis mal lanzados, u ocasiones desperdiciadas en la prórroga, le impidieron estar en la final de Bakú. Si alguna vez un equipo tiene su escalera real, repetirán mano ganadora en las partidas de cada temporada.