¿Ocio o negocio?
“Pagar”: (cuarta acepción) Corresponder al sentimiento u otro beneficio. Ante esta situación se encuentra la afición del Oporto. ¿Es su equipo un equipo o una máquina que busca obtener el máximo rendimiento económico?
Juan Nicolás Castro
Teniendo total acceso al Océano Atlántico y situada en la desembocadura del río Duero, la ciudad de Oporto siempre ha dispuesto de una gran herramienta marítima para la exportación e importación de productos a su país. De esta práctica parece haber tomado ejemplo el equipo de fútbol de la ciudad, que se ha convertido en el exportador número uno del continente sudamericano de materia prima futbolística. Esto supone que el resto de los clubes europeos estén constantemente atentos al próximo movimiento del conjunto portuense, a la espera, de que salga a la luz el nuevo joven talento del otro lado del charco.
Uno de los clientes que más ha acabado convenciéndose del escaparate de los portugueses es Florentino Pérez. El presidente del Real Maderid ha estado siempre dispuesto a abastecer a su club de los mejores talentos de esta pseudocantera. Pepe, Casemiro, Danilo, y el más reciente, Éder Militão. Pero ojo, no es tan sólo el club madrileño el que recurre al Oporto cuando siente la necesidad de una nueva estrella. Atlético de Madrid, Manchester United y City, AS Mónaco, AC Milan… La magnitud de la lista de clubes es notoria, es decir, el equipo portugués no es nuevo en esto de los negocios con gran margen de beneficio. A decir verdad, el Lobo de Wall Street es una comparación que le viene al dedo. Y hacerse con el papel de DiCaprio, e interpretarlo; en el mundo del fútbol, que no mueve pocos millones precisamente, es un papelón, digno de galardón.
Uno de los clientes que más ha acabado convenciéndose del escaparate de los portugueses es Florentino Pérez. El presidente del Real Maderid ha estado siempre dispuesto a abastecer a su club de los mejores talentos de esta pseudocantera. Pepe, Casemiro, Danilo, y el más reciente, Éder Militão. Pero ojo, no es tan sólo el club madrileño el que recurre al Oporto cuando siente la necesidad de una nueva estrella. Atlético de Madrid, Manchester United y City, AS Mónaco, AC Milan… La magnitud de la lista de clubes es notoria, es decir, el equipo portugués no es nuevo en esto de los negocios con gran margen de beneficio. A decir verdad, el Lobo de Wall Street es una comparación que le viene al dedo. Y hacerse con el papel de DiCaprio, e interpretarlo; en el mundo del fútbol, que no mueve pocos millones precisamente, es un papelón, digno de galardón.
Sin embargo, Jordan Belfort no acaba precisamente bien. Y si no has visto la película, siento este spoiler. Tampoco pretendo decir que el proyecto del Oporto vaya a acabar mal. Más bien me cuestiono ¿en qué se han convertido? Al parecer, a día de hoy las preocupaciones del club portuense son sencillas: obtener un gran beneficio en el mercado de fichajes, intentar hacerse con la liga portuguesa y pasar desapercibido en las competiciones europeas. En los últimos diez años el club no ha conseguido pasar de los cuartos de final de la Champions League, siendo su logro más notable la UEFA Europa League cosechada en la temporada 2010/11. Lejos queda aquella orejona conseguida en 2004 de la mano de José Mourinho.
Quizá el año 2019 depare cosas distintas para os dragões, pero lo cierto es que su ambición ha descendido con el paso del tiempo, con la inflación del mercado futbolístico. Da Costa no debe olvidar que su club puede ser un negocio, pero, ante todo, es el sentimiento de una ciudad que ha vivido épocas gloriosas, y que no merece que su equipo se vea relegado a la posición de un autómata más del propósito financiero en el que este deporte se ha convertido.