Por el VAR, lo que haga falta
Nuestros expertos en física cuántica, macroeconomía y biotecnología dan su opinión más sincera sobre el uso de las nuevas tecnologías aplicadas en el fútbol. Ponen ejemplos de lo más cotidianos...
Víctor Diéguez Zurdo
Los avances siempre van a tener a alguien que esté en contra. Da igual lo bueno que sea o lo cómodo que lo haga todo, nunca habrá unanimidad respecto a este. Con el VAR está pasando esto exactamente, ya que es un innegable avance hacia un fútbol más justo, pero sus subsanables fallos hacen que tenga férreos detractores. Detractores que, al fin y al cabo, están viendo como sus queridas polémicas de barra de bar y sus teorías conspiranoicas respecto a los árbitros llegan a su final. Sus quejas están más que justificadas, ya que el VAR se está cargando un 90% de los temas de sus conversaciones.
¿Tiene fallos el VAR? Pues claro. Es un sistema nuevo y aún las dudas envuelven a quienes lo usan, pero perfeccionarlo es necesario si queremos llegar a un fútbol más justo, donde lo importante sea el propio juego y no la polémica absurda que emana de él. Si el precio a pagar es tener que esperar a solucionar sus parones y su normativa difusa, yo esperaré todo lo que haga falta. Lo que sea por limpiar este deporte, vamos.
Los avances siempre van a tener a alguien que esté en contra. Da igual lo bueno que sea o lo cómodo que lo haga todo, nunca habrá unanimidad respecto a este. Con el VAR está pasando esto exactamente, ya que es un innegable avance hacia un fútbol más justo, pero sus subsanables fallos hacen que tenga férreos detractores. Detractores que, al fin y al cabo, están viendo como sus queridas polémicas de barra de bar y sus teorías conspiranoicas respecto a los árbitros llegan a su final. Sus quejas están más que justificadas, ya que el VAR se está cargando un 90% de los temas de sus conversaciones.
¿Tiene fallos el VAR? Pues claro. Es un sistema nuevo y aún las dudas envuelven a quienes lo usan, pero perfeccionarlo es necesario si queremos llegar a un fútbol más justo, donde lo importante sea el propio juego y no la polémica absurda que emana de él. Si el precio a pagar es tener que esperar a solucionar sus parones y su normativa difusa, yo esperaré todo lo que haga falta. Lo que sea por limpiar este deporte, vamos.
Miguel Cañas Pardo “Coke”
Ese “Déjame, que yo voy bien” de tu colega cuando es más alcohol que persona, el: “yo a los médicos no voy, que matan más que curan” y otra larga lista de ejemplos ilustran con bastante precisión la extraña manía que tienen los españoles de rechazar la ayuda que se les presta; por no hablar del afán por preservar las tradiciones a toda costa, a pesar de que se fomenten nuevas vías mejores de afrontarlas. Pues bien, el VAR ha logrado combinar esas manías y, si las dos anteriores afirmaciones eran “Typical Spanish”, ¿Qué hay más español que quejarse?
El VAR es una herramienta fundamental para la evolución moderna del fútbol (al igual que lo es la tecnología de detección de goles, que sigue sin estar implantada en nuestro país). Es cierto que todavía debe pulirse, pero en el reglamento queda reflejado su uso a la perfección. Por si no fuera suficiente, el comité de árbitros organizó charlas informativas sobre el uso del VAR tanto a los equipos como a los medios, además de formar a todos los colegiados en la utilización del nuevo sistema.
El VAR es consultable siempre y cuando se produzca un error claro de los árbitros de campo que cambie el trascurso del partido. Si la jugada en cuestión puede ser interpretable, a pesar de la actuación del VAR, el colegiado debe tomar su decisión (que, como de costumbre, no contentará a todos). Por eso mismo el fútbol es interpretable. Una misma falta puede ser roja, amarilla o una simple amonestación verbal dependiendo del criterio del árbitro, y en eso nada tiene que ver el Video Arbitraje.
En Italia, entre otros países, el VAR se instauró la temporada pasada y fue una revolución para el Calcio. El sistema se usó en la gran mayoría de partidos al menos una vez. Dio por válidos goles que habían sido anulados, perdonó rojas que no habían sido como el árbitro creía, expulsó jugadores que se habían ido con una amarilla, anuló goles que habrían subido de manera incorrecta al marcador de cualquier otro modo… El VAR hizo una Serie A más justa, sin apenas perder tiempo en la utilización del sistema (existía el temor general de que parase demasiado el juego) y con el público, en su mayoría, contento por su aplicación. Bendito VAR, y no lo digo porque el Milan fuese uno de los equipos más beneficiados el año pasado por su aplicación. Dejemos de ser tan quisquillosos, dejemos de ser tan españoles (en ese sentido) y disfrutemos de lo que nos puede brindar la tecnología en el mundo del fútbol.
Arturo Encinar
“Acaba con la esencia del fútbol”. “Se pierde demasiado tiempo”. “Rompe el ritmo de los partidos”. “Al final se cometen los mismos errores”. “Es mejor que arbitren en el VAR con b tomándose unas cañas”… Y así un largo etcétera de críticas que han surgido ante el VAR (Árbitro Asistente de Video) desde su implantación en el fútbol de máximo nivel durante este año. Mi misión será la de terminar con estos prejuicios infundados ante una herramienta que sin duda ha llegado para mejorar el fútbol haciéndolo más justo y más igual.
Que entrenadores como Pablo Machín o José Luis Mendilíbar hayan salido a la crítica del VAR es cuanto menos sorprendente, dado que son los equipos más humildes, los que ellos entrenan, quienes deberían verse más beneficiados por este innovador sistema. Alejándome de la extendida crítica casi conspiranoica sobre los arbitrajes en España, lo que sí que he de decir es que siempre ronda la idea de que el agua corre hacia el lado del más grande. Y lejos de alimentar esta idea, el aspecto que me gustaría resaltar sobre el VAR es que ayudará a que desaparezca de nuestras cabezas. Y es que el hecho de aportar una segunda revisión sobre las jugadas arroja un tinte de objetividad y certeza sobre el arbitraje que hasta ahora no se tenía. Y esto es siempre positivo, porque nos ayudará a tener un fútbol más limpio, con menos prejuicios y con menos carga incriminatoria sobre los árbitros.
Y es que si hay algo que debe aportar y está aportando el VAR es una mayor justicia, teniendo en el horizonte la aspiración de que los árbitros sean una parte cada vez menos relevante en el fútbol y menos polémica por sus decisiones. Que si hay que hablar de los árbitros, que sea para recalcar su buen trabajo y no una dudosa decisión. Queremos un fútbol justo donde no se hable de las actuaciones colegiales y donde se hable propiamente de aquello que amamos, el balón. Y para ello la ayuda de la tecnología se presume imprescindible.
Ya vimos en la primera prueba de fuego del VAR, el Mundial de Rusia, cómo ayudó a hacer más justos muchos partidos, a hacerlos más limpios y a acercarse a aquello que deseamos que es la mínima inferencia posible del árbitro. Y sí, hay un coste en forma de tiempo, quizás unos segundos, unos minutos que se pierden esperando a la decisión final del árbitro. Pero benditas sean esas pérdidas de tiempo si van enfocadas a conseguir un fútbol más limpio, más justo, más sincero y en definitiva mejor.
Ese “Déjame, que yo voy bien” de tu colega cuando es más alcohol que persona, el: “yo a los médicos no voy, que matan más que curan” y otra larga lista de ejemplos ilustran con bastante precisión la extraña manía que tienen los españoles de rechazar la ayuda que se les presta; por no hablar del afán por preservar las tradiciones a toda costa, a pesar de que se fomenten nuevas vías mejores de afrontarlas. Pues bien, el VAR ha logrado combinar esas manías y, si las dos anteriores afirmaciones eran “Typical Spanish”, ¿Qué hay más español que quejarse?
El VAR es una herramienta fundamental para la evolución moderna del fútbol (al igual que lo es la tecnología de detección de goles, que sigue sin estar implantada en nuestro país). Es cierto que todavía debe pulirse, pero en el reglamento queda reflejado su uso a la perfección. Por si no fuera suficiente, el comité de árbitros organizó charlas informativas sobre el uso del VAR tanto a los equipos como a los medios, además de formar a todos los colegiados en la utilización del nuevo sistema.
El VAR es consultable siempre y cuando se produzca un error claro de los árbitros de campo que cambie el trascurso del partido. Si la jugada en cuestión puede ser interpretable, a pesar de la actuación del VAR, el colegiado debe tomar su decisión (que, como de costumbre, no contentará a todos). Por eso mismo el fútbol es interpretable. Una misma falta puede ser roja, amarilla o una simple amonestación verbal dependiendo del criterio del árbitro, y en eso nada tiene que ver el Video Arbitraje.
En Italia, entre otros países, el VAR se instauró la temporada pasada y fue una revolución para el Calcio. El sistema se usó en la gran mayoría de partidos al menos una vez. Dio por válidos goles que habían sido anulados, perdonó rojas que no habían sido como el árbitro creía, expulsó jugadores que se habían ido con una amarilla, anuló goles que habrían subido de manera incorrecta al marcador de cualquier otro modo… El VAR hizo una Serie A más justa, sin apenas perder tiempo en la utilización del sistema (existía el temor general de que parase demasiado el juego) y con el público, en su mayoría, contento por su aplicación. Bendito VAR, y no lo digo porque el Milan fuese uno de los equipos más beneficiados el año pasado por su aplicación. Dejemos de ser tan quisquillosos, dejemos de ser tan españoles (en ese sentido) y disfrutemos de lo que nos puede brindar la tecnología en el mundo del fútbol.
Arturo Encinar
“Acaba con la esencia del fútbol”. “Se pierde demasiado tiempo”. “Rompe el ritmo de los partidos”. “Al final se cometen los mismos errores”. “Es mejor que arbitren en el VAR con b tomándose unas cañas”… Y así un largo etcétera de críticas que han surgido ante el VAR (Árbitro Asistente de Video) desde su implantación en el fútbol de máximo nivel durante este año. Mi misión será la de terminar con estos prejuicios infundados ante una herramienta que sin duda ha llegado para mejorar el fútbol haciéndolo más justo y más igual.
Que entrenadores como Pablo Machín o José Luis Mendilíbar hayan salido a la crítica del VAR es cuanto menos sorprendente, dado que son los equipos más humildes, los que ellos entrenan, quienes deberían verse más beneficiados por este innovador sistema. Alejándome de la extendida crítica casi conspiranoica sobre los arbitrajes en España, lo que sí que he de decir es que siempre ronda la idea de que el agua corre hacia el lado del más grande. Y lejos de alimentar esta idea, el aspecto que me gustaría resaltar sobre el VAR es que ayudará a que desaparezca de nuestras cabezas. Y es que el hecho de aportar una segunda revisión sobre las jugadas arroja un tinte de objetividad y certeza sobre el arbitraje que hasta ahora no se tenía. Y esto es siempre positivo, porque nos ayudará a tener un fútbol más limpio, con menos prejuicios y con menos carga incriminatoria sobre los árbitros.
Y es que si hay algo que debe aportar y está aportando el VAR es una mayor justicia, teniendo en el horizonte la aspiración de que los árbitros sean una parte cada vez menos relevante en el fútbol y menos polémica por sus decisiones. Que si hay que hablar de los árbitros, que sea para recalcar su buen trabajo y no una dudosa decisión. Queremos un fútbol justo donde no se hable de las actuaciones colegiales y donde se hable propiamente de aquello que amamos, el balón. Y para ello la ayuda de la tecnología se presume imprescindible.
Ya vimos en la primera prueba de fuego del VAR, el Mundial de Rusia, cómo ayudó a hacer más justos muchos partidos, a hacerlos más limpios y a acercarse a aquello que deseamos que es la mínima inferencia posible del árbitro. Y sí, hay un coste en forma de tiempo, quizás unos segundos, unos minutos que se pierden esperando a la decisión final del árbitro. Pero benditas sean esas pérdidas de tiempo si van enfocadas a conseguir un fútbol más limpio, más justo, más sincero y en definitiva mejor.