Rojo como las llamas, negro como el miedo
El amor, algo tan difuso que no se atiene a ninguna ley, que no entiende de razones ni de motivos...
No sé entender el amor, solo sé que il mio cuore é Rossonero
No sé entender el amor, solo sé que il mio cuore é Rossonero
Era la época del fútbol en abierto, en la que pagar cincuenta millones por un jugador era una barbaridad, la de las televisiones de “culo gordo” con tapetes bordados por las abuelas encima. En esa época se grabaron vídeos comprometedores de un infantil Coke diciendo: “El Valencia es una caca, el Madrid es el mejor” que todavía siguen rondando por viejos casetes. Pero esa es otra historia y la dejo para otra ocasión (bendito Michael Ende).
Papá era madridista hasta la muerte, y con él el resto de la familia. A mí me resultaba indiferente el fútbol, pero empecé a ver partidos allá por 2006 porque descubrí que los días que había fútbol me podía acostar un poquito más tarde (tonto no era). En casa se veía al Madrid, y cuando se iba al bar se veía al Madrid, para variar. Papá estaba contento porque su hijo era del Madrid y estaba enamorado de Raúl y de Guti, pero lo que no sabía papá es que el niño se fijaba en los holandeses (hasta en Drenthe me llegué a fijar… Pero fue Van Nistelrooy el que hizo que viese el fútbol como algo más que una estrategia para acostarme más tarde).
Papá era madridista hasta la muerte, y con él el resto de la familia. A mí me resultaba indiferente el fútbol, pero empecé a ver partidos allá por 2006 porque descubrí que los días que había fútbol me podía acostar un poquito más tarde (tonto no era). En casa se veía al Madrid, y cuando se iba al bar se veía al Madrid, para variar. Papá estaba contento porque su hijo era del Madrid y estaba enamorado de Raúl y de Guti, pero lo que no sabía papá es que el niño se fijaba en los holandeses (hasta en Drenthe me llegué a fijar… Pero fue Van Nistelrooy el que hizo que viese el fútbol como algo más que una estrategia para acostarme más tarde).
Aparte de por los holandeses, el chaval tenía predilección por los equipos menos reconocidos, siendo el Racing de Santander, Osasuna y el Mallorca algunos de sus equipos favoritos en esa época. Estos últimos tenían una camiseta preciosa, roja y negra, sus dos colores favoritos… Además, siempre solían plantar cara a los merengues, y su portero Aouate le resultaba bastante curioso y exótico.
Pasaban los años y la chispa no acababa de encender la pasión madridista en el corazón del muchacho. El asunto se agravó con la llegada del Barça de Guardiola. Qué manera de jugar; lo ganaban todo; eran imparables; Messi era una maravilla… Pero era el Barcelona, sería un golpe durísimo para todos apoyar al máximo rival, así que seguiría dándole oportunidades a los blancos mientras disfrutaba del juego blaugrana algún que otro fin de semana.
Pasaban los años y la chispa no acababa de encender la pasión madridista en el corazón del muchacho. El asunto se agravó con la llegada del Barça de Guardiola. Qué manera de jugar; lo ganaban todo; eran imparables; Messi era una maravilla… Pero era el Barcelona, sería un golpe durísimo para todos apoyar al máximo rival, así que seguiría dándole oportunidades a los blancos mientras disfrutaba del juego blaugrana algún que otro fin de semana.
Aquello no funcionaba por más que lo intentaba y, el día menos pensado, un amor inesperado lo echó todo por los aires. 13 de Septiembre de 2011, no sé qué hacía viendo un Barcelona-Milan de Champions (mi abuelo querría verlo ya que siempre le ha gustado mucho el fútbol como tal, sin bandera ni bufanda).
Empieza el partido y, pasados 20 segundos, un tal Alexandre Pato mete el gol de su carrera, un gol maravilloso al equipo de Guardiola, a la élite del mundo futbolístico en ese momento. Yo estaba alucinando.
Hasta ahí solo existía admiración, pero la imagen se cerró sobre el brasileño y… ¡La camiseta tenía detalles rojos y negros!, no podía ser posible, estaba enamorado de ese jugador y de esa camiseta, quería saberlo todo sobre ese equipo que había sido capaz de enamorarme en 25
segundos como no lo había logrado el Real Madrid en años. Una genialidad de Messi que remata Pedro, un golazo de falta de Villa y un cabezazo agónico (que celebré, haciendo creer que, aparte de madridista, era anticulé) de Thiago Silva en el 92 dejaron el partido 2-2 y mi corazón completamente revolucionado.
No tenía Internet en casa, así que preguntando a todo el mundo que podía descubrí que el Milan estaba a dos Champions del Madrid, que había tenido y tenía jugadores de talla mundial y que era uno de los equipos más laureados del mundo. Además, vestían de rojo y negro, cosa que me encantaba. No sé cuando tuve los primeros síntomas de la edad del pavo, pero quizá uno de los primeros fuese llevarle la contraria a mi familia y hacerme del Milan abiertamente desde la temporada 2012-2013. Para ellos sigo siendo un loco, un loco enamorado, espero.
Ser padre no es fácil, o al menos eso dicen por ahí; ser madridista en la época del Barça de Guardiola tampoco lo era… Pero ser ambas cosas a la vez debía ser una locura, y bendita locura la de mi padre, se ve que en algo sí que nos parecemos al fin y al cabo. Va por ti.
Empieza el partido y, pasados 20 segundos, un tal Alexandre Pato mete el gol de su carrera, un gol maravilloso al equipo de Guardiola, a la élite del mundo futbolístico en ese momento. Yo estaba alucinando.
Hasta ahí solo existía admiración, pero la imagen se cerró sobre el brasileño y… ¡La camiseta tenía detalles rojos y negros!, no podía ser posible, estaba enamorado de ese jugador y de esa camiseta, quería saberlo todo sobre ese equipo que había sido capaz de enamorarme en 25
segundos como no lo había logrado el Real Madrid en años. Una genialidad de Messi que remata Pedro, un golazo de falta de Villa y un cabezazo agónico (que celebré, haciendo creer que, aparte de madridista, era anticulé) de Thiago Silva en el 92 dejaron el partido 2-2 y mi corazón completamente revolucionado.
No tenía Internet en casa, así que preguntando a todo el mundo que podía descubrí que el Milan estaba a dos Champions del Madrid, que había tenido y tenía jugadores de talla mundial y que era uno de los equipos más laureados del mundo. Además, vestían de rojo y negro, cosa que me encantaba. No sé cuando tuve los primeros síntomas de la edad del pavo, pero quizá uno de los primeros fuese llevarle la contraria a mi familia y hacerme del Milan abiertamente desde la temporada 2012-2013. Para ellos sigo siendo un loco, un loco enamorado, espero.
Ser padre no es fácil, o al menos eso dicen por ahí; ser madridista en la época del Barça de Guardiola tampoco lo era… Pero ser ambas cosas a la vez debía ser una locura, y bendita locura la de mi padre, se ve que en algo sí que nos parecemos al fin y al cabo. Va por ti.