Una familia, dos equipos
El derbi de Merseyside es conocido por no separar a las aficiones pese a la rivalidad entre Liverpool y Everton. Padres Toffees con hijos Reds (y viceversa) pueden ir juntos al campo en un encuentro donde la enemistad dura 90 minutos
Un parque es lo único que divide al Liverpool y al Everton. Ambos equipos han tenido que convivir durante más de un siglo, separados por algo menos de dos kilómetros. Como si fuesen Homer Simpson y Ned Flanders, dos vecinos que se odian y se quieren al mismo tiempo, vaya. Esa unión, que a día de hoy da lugar a un derbi conocido por no separar a las aficiones debido a la cantidad de familiares de uno y otro equipo, va mucho más allá de una convivencia pacífica. Básicamente, porque Toffees y Reds también son familia. Más concretamente, padre e hijo.
En 1877, unos integrantes de una iglesia metodista de Everton, crearon un club de fútbol para enfrentarse a otros equipos de la zona. Un año más tarde, vista la popularidad de la que gozaban sus partidos, aquel equipo eclesiástico decidió adoptar el nombre de su distrito para fundar lo que hoy conocemos como Everton Football Club. La masa social que movían los Toffees era cada día mayor, por lo que tuvieron que alquilar Anfield, estadio de mayor capacidad ubicado en Stanley Park y propiedad de John Goulding. Entonces, en 1892, se produjo un giro que dio un vuelco a la ciudad de Liverpool. Unas disputas entre la directiva del Everton y el dueño del estadio provocaron el abandono de Anfield por parte de los Toffees, que se fueron al otro lado del parque para empezar a jugar en Goodison Park. Goulding se había quedado sin forma de rentabilizar su propiedad, así que decidió crear él mismo un club de fútbol que jugase en Anfield sus partidos. Nacía el Liverpool Football Club.
En 1877, unos integrantes de una iglesia metodista de Everton, crearon un club de fútbol para enfrentarse a otros equipos de la zona. Un año más tarde, vista la popularidad de la que gozaban sus partidos, aquel equipo eclesiástico decidió adoptar el nombre de su distrito para fundar lo que hoy conocemos como Everton Football Club. La masa social que movían los Toffees era cada día mayor, por lo que tuvieron que alquilar Anfield, estadio de mayor capacidad ubicado en Stanley Park y propiedad de John Goulding. Entonces, en 1892, se produjo un giro que dio un vuelco a la ciudad de Liverpool. Unas disputas entre la directiva del Everton y el dueño del estadio provocaron el abandono de Anfield por parte de los Toffees, que se fueron al otro lado del parque para empezar a jugar en Goodison Park. Goulding se había quedado sin forma de rentabilizar su propiedad, así que decidió crear él mismo un club de fútbol que jugase en Anfield sus partidos. Nacía el Liverpool Football Club.
Ni en el peor de los casos el Everton hubiese imaginado algo así. Su mayor rival, el equipo que con el paso de los años iría cogiendo más peso dentro del fútbol, lo habían creado ellos mismos tras una disputa entre directiva y dueño del estadio. Por tanto, a finales del siglo XIX daba comienzo el derbi del Merseyside, el más longevo de toda Inglaterra. Entre los más de 200 partidos disputados entre ambos la rivalidad y la tensión ha sido una constante entres “padres” e “hijos”, siendo el encuentro en el que más expulsiones se han visto desde que la Premier League es Premier League. Menos mal que son familia y se quieren.
Pese a que perder ante su vecino no le gusta a ninguno de los dos conjuntos, los actos de cariño y respeto entre ambas aficiones han sido una constante a lo largo de los años. Sin duda, el que más sobresale es el apoyo de los Toffees hacia los Reds tras la tragedia de Hillsborough, percance en el que murieron 96 aficionados del Liverpool. Tras unas publicaciones difamatorias del diario The Sun hacia el Liverpool en dicha tragedia, los aficionados del Everton se sumaron al boicot del periódico en la ciudad. Tal es el bloqueo al tabloide, que a día de hoy es prácticamente imposible adquirirlo el Liverpool, mostrándose carteles poco amigables con The Sun.
Cosas como las que rodean a este partido, conocido popularmente como el derbi de la amistad, son las que hacen grande a este deporte. Porque al final, y pese a ser algo en lo que se nos va la vida, es un juego que permite disfrutar y entretenernos con los nuestros. Las rivalidades se quedan en el campo para después tomar unas pintas en buena compañía. El fútbol no se entiende sin su gente, por lo que debe unir más que separar. Eso en el condado de Merseyside lo saben, y de buena manera.